«Ollanta Humala ha dejado de ser el Presidente de la República y se ha convertido en el administrador del sistema que dirige la derecha»


Hoy, queridos lectores, compartimos con ustedes una entrevista hecha al periodista César Hildebrandt por la revista Ideele en la que, desde un punto de vista lúcido y sensato, nos invita a despertar del letargo mental en que la mayoría de medios de comunicación nos quiere mantener. Muy recomendable la lectura completa de la entrevista y esperamos sus comentarios.

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Xavi & Míriam
www.estamosjodidos.com
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César Hildebrandt:

“La orquesta de Humala no toca con partitura”

Por: Glatzer Tuesta.
(Fuente: http://www.revistaideele.com/ideele/content/c%C3%A9sar-hildebrandt-%E2%80%9Cla-orquesta-de-humala-no-toca-con-partitura%E2%80%9D)

–En una de tus últimas columnas de Hildebrandt en sus trece dices que recordar es morir. Ella expresa mucha añoranza por lo que en un momento fue la política y el periodismo, que todavía combinaban la inteligencia con la decencia, la posibilidad de que los peruanos podamos ser mejores. ¿Qué cosa crees que ha pasado?
–Lo que creo que pasó es que en un momento dado la educación pública colapsó y no se ha reconstruido. Es a partir de ese naufragio que nuestros valores y nuestros referentes culturales cambian, y desaparece la inteligencia de los medios de comunicación. Ahora, en el último periodo, lo que ha pasado es que el poder económico ya no tiene intervención ni asiento en los directorios de los medios de comunicación, porque ahora el poder económico es la gran prensa. Entonces, claro, el divorcio con la inteligencia, la cultura, es absoluto; es una separación violenta la que se ha dado aquí. En pocos países de América Latina esta vieja convivencia entre el talento, la inteligencia, la cultura y los medios de comunicación se ha interrumpido de un modo tan brutal como en el Perú.

–Dijiste en ese artículo que los medios están llenos de bobos y de sirvientes, porque para eso solo se necesita poder hablar y no salir del lugar común.
–De lo que se trata es de empobrecer la agenda y convertir la política en un monólogo paporretero que, como un catecismo, repita una serie de monsergas ideológicas y políticas, mucho más que científicas, para perpetuar lo que hay. Todos los mensajes de los grandes medios de comunicación en el Perú, y en Lima sobre todo, están destinados a convertir en eterno lo que debería ser meramente episódico. Otros países ya están de regreso del liberalismo pinochetista.

–¿Humala, qué es? ¿Cómo lo defines en este año de gobierno?
–Yo creo que ya es tiempo de ser cautelosamente cruel con Humala, respetando la investidura que representa. Humala es nada, es una suerte de continente en el que cabe todo; es un recipiente en el que puedes poner todo lo imaginable.

–¿Ése es el principal riesgo en torno a lo que se puede venir?
–Humala está convencido de que el sistema y sus mentores son inamovibles, y de que el poder económico no es su socio sino el poder, y que él es un administrador, una suerte de gran gerente con ciertos poderes; no el Presidente del Directorio, sino implemente el gerente ejecutivo de un gran país que se llama Perú, Marca Perú. En esa perspectiva, depende de las exigencias del Directorio. Si mañana éste le solicita más sacrificios, mayores ganancias y mayores tasas de retorno, el señor ajustará, no tengo ninguna duda. Él ya está convencido de que el Perú es una gran empresa con un horizonte determinado, con un cauce absolutamente inamovible, y que él tiene que trabajar en esa perspectiva. El Presidente de la República ha dejado de ser el Presidente de la República y se ha convertido en el administrador.

–¿En qué momento decide eso? ¿Solo al asumir la Presidencia se da cuenta de que él no puede romper esas estructuras, o es que ya sabía que iba a ser así?
–¿A la víctima le resulta trascendente saber cuándo el cogotero sacó la daga? A mí no me interesa si nos mintió antes, nos mintió después o nos mintió durante. Si fue Nadine la que, sumergida en un baño de realismo, lo convenció de que las cosas tenían que ser así; o si se lo dijo Roque Benavides en una conversación privada. O si fue Salomón Lerner, gran pragmático con discurso centrista, el que se lo dijo.

–Has mencionado a Nadine. Ustedes han sacado en su semanario muchas cosas que dan cuenta del reacomodo de Nadine en este nuevo escenario. Por ejemplo, se discute un viaje a Brasil donde se reúne con la presidenta Rouseff, y uno lee la Constitución y en ningún lado dice que la esposa del Presidente puede ir representando al Estado.
–Es un dulce golpe de Estado permanente: la señora Nadine es exactamente eso. Es curioso, porque hay una pincelada de sutil mezquindad de su parte, en el momento en que el pobre Ollanta Humala está acusado por su padre, zarandeado por la prensa en relación con el caso de su hermano Alexis; es en ese momento que la señora –y ése es para mí el mensaje– le dice a su marido: “Pues te quedas con tu cochina familia, que yo me voy a ver a mi Presidenta de Brasil, me descontamino de toda esta porquería”. Es un caso tremendo de egoísmo fastuoso el que tiene esta señora, que está perdiendo la brújula y que está siendo haciendo pasible al Gobierno de una acusación formal, porque se está tomando atribuciones que no podría tener.

–¿Cómo defines al Gabinete? ¿Cómo ves la relación de Humala con ese grupo de trabajo?
–El Gabinete es al final un reflejo perfecto y casi proporcional de Humala, es el Gabinete que él necesita. Al final de cuentas, ¿quién con una gran personalidad puede estar en un gobierno que no tiene norte, que no tiene metas? De repente aquellas altruistas, aquellas más o menos dignas de la Cruz Roja u organizaciones filantrópicas.

¿Quién con una suerte de equipaje político-ideológico puede estar en un Gabinete de un Gobierno que no tiene ningún tipo de horizonte? Humala elige esa gente. No solo eso: Humala no le da partitura a esa breve orquesta de gente casi inexistente, porque si le da partitura puede crear una suerte de disciplina peligrosa. De lo que se trata, justamente, es de no tener partitura, de no tener pieza que tocar, de improvisar todos los días y de ir con paso decidido a ninguna parte.

–He conversado con alguna gente que conozco del propio Gabinete y otra que me ha contado, por ejemplo, que la elección de algunos ministros ha sido directamente de Nadine. Además, los asesores –Villafuerte, Roy Gates– están generando una dinámica que no se nota mucho, pero que está sentando bases. ¿No crees eso?
–¿En qué es importante Villafuerte? ¿En qué es importante Roy Gates? Al final, sus tramas son ínfimas, o sea, no llegan a pasado mañana; son napoleones de bolsillo, de plástico. No hay una estrategia que me diga que están trabajando todo un plan para crear una suerte de oficialidad que al final sea un contrapeso y proponga una suerte de centrismo más o menos nacionalista. Mentira: están en nada.

–Tienen facultades para ver cosas de defensa y seguridad. El riesgo no va por ahí, sino por la inoperancia, el querer ganar tiempo, la demagogia punitiva.
–Humala es un jugador de fútbol que desde el minuto dos de empezado el partido está deseando que termine. Yo lo veo así. Minuto dos, y el tipo está mirando al árbitro a ver cuánto falta, y faltan 88 minutos que van a ser martirizantes para un hombre que se comprometió a tanto y que, además, ahora está obligado a no hacer nada, porque el compromiso de Humala es, precisamente, dejar todo quieto. Tienes razón en que Nadine ha sido decisiva en esta evisceración del Gobierno, en esta castración. Nadine es un homenaje a Freud, es una castradora: ha dejado al Gobierno eunuco por completo. Y es un Gabinete de eunucos, al final de cuentas, dicho con el mayor respeto y el sentido más metafórico de la palabra.

–¿Espera que acabe el partido para ir a jugar otro?
–Sí. Ella está convencida de que un tanto con el fujimorismo le va a permitir la modificación constitucional que a su vez le permita postular el año 2016, y el viaje a Brasil no fue sino un ensayo para ver cómo le salían las cosas.

–Cambiando de tema: Hace unas semanas, uno de los mandamases de Newmont salió a decir que no hay condiciones para Conga. Y luego salieron Humala y Juan Jiménez anunciando que “se suspende Conga”. Es decir, el Gobierno no ha hecho lo mínimo para romper esta dinámica por la que el que manda, el que mueve la plata, es la industria extractiva, porque el que da la voz de todo este proceso que se encadena hasta ahora con la suspensión es Newmont.
–Creo que es una retirada estratégica, que van a volver, que van a utilizar esos dos años mientras hacen los reservorios. Y claro, la pregunta es: ¿Y si esto ya no va, cómo están invirtiendo millones y millones en dos reservorios gigantescos que son parte de los otros ocho que van a hacer? Quieren utilizar estos dos años para enamorar a Cajamarca de una manera mucho más disciplinada, orgánica, con el presupuesto en la mano, y neutralizando al partido del cura Arana. Entonces, van a utilizar estos dos años para un trabajo de seducción. Cumplidos estos dos años Conga regresa, no tengo ninguna duda, y es un buen plan. Éste no es el plan de Humala; éste, como dices, es el plan de Newmont, bastante bien asesorado. Es un plan perfecto.

–Dos mil catorce, elecciones regionales, otro contexto político, una relación distinta.
–Es que de repente Santos, sin Conga, ya no es Santos, deja de existir. Porque Santos es un líder “anti”, mucho más que proganadero. Yo nunca he visto a Santos junto a una vaca; yo lo he visto en la laguna protestando. Le quitas el “anti” y se queda colgado de la brocha. Ése es el problema, y eso lo ha visto alguien más inteligente que el Gobierno, y entonces Conga regresa en dos años, no tengo duda.

–Alguna gente vinculada al Movadef y a Sendero, desde la educación u otros lados, está tratando de generar actos políticos muy concretos. ¿Qué te parece la manera de afrontar el tema? La respuesta del Primer Ministro ha sido sacar una Ley del Negacionismo.
–Yo no estoy de acuerdo con ninguna ley sobre el negacionismo. Me parece un atentado contra la libertad de expresión, que es aquella que emiten nuestros adversarios. El derecho a emitir una opinión tiene que ser un derecho inalienable. En segundo lugar, yo sí creo que el Movadef es un seudónimo de Sendero Luminoso y que hay que tratarlo como tal; y eso no significa que tengamos que reprimirlos, sino cuidarnos de esa expresión.

Creo que fue un error no darle al Movadef el pase respectivo para que se inscribiera ante el JNE, porque es mucho mejor tenerlos en el redil de la formalidad que tenerlos, ahora, como quiere el señor Alfredo Crespo, perseguidos, atenazados por el sistema, despreciados por la democracia formal que es tan chiquita que ellos no caben allí.

–Y pueden terminar siguiendo a Quispe Palomino o a otro sector vinculado a acciones violentas que les diga: “Ya ven, ustedes quisieron entrar y no los dejaron. Ahora vénganse al monte; aquí es donde debemos hacer las cosas”.
–Quispe Palomino ha perdido esa capacidad de seducir, de convencer, de persuadir. Pero sí creo que pueden darse las condiciones para que alguien más inteligente que él cree una alternativa violentista distinta. No olvidemos que ya hemos pasado por eso. En los años 60, una sociedad brutal derrotó a la guerrilla, primero a Blanco, luego a Lucho de la Puente, al MIR y al APRA rebelde. Nos ensañamos con esa gente, los enterramos y los baleamos antes, y murió Javier Heraud y creíamos que habíamos vencido esa especie de cáncer social que no era ningún cáncer, sino la expresión de un gran malestar. El resultado fue que mientras eso sucedía, un oscuro profesor estaba creando en Huamanga lo que sería la gran pesadilla. No nos vaya a pasar lo mismo…

–¿Cómo hay que actuar con el Movadef?
–Yo tendría con el Movadef una actitud sumamente cauta. Hay que cerrarle los pasos a la violencia, pero no a los que quieren justamente ser parte de un sistema electoral en el que ellos tendrían cabida. ¿Por qué la amnistía general no puede ser un tema de debate? ¿No puedo discutir sobre eso? ¿Me siento impotente y tengo que reprimir eso? Mucho cuidado con la exasperación, con esos mensajes de la derecha de que con ellos nada y no se negocia. La pregunta es: ¿Y quiénes son ellos? La chica de 19 años que salió en Youtube atacándome, ¿no es acaso una chica convencida de que el Movadef es un movimiento justo? ¿Qué tengo que hacer? ¿Meterla presa porque opina que soy un agente del imperialismo? No, no, yo debo discutir con ella.

–Yo hablo con Mauricio Mulder y maldice a los radicales y al Movadef; hablo con Lourdes Flores y dice que es un horror que esto esté pasando; Lourdes Alcorta, ni se diga.
–Lourdes Alcorta se ha convertido en uno de los oráculos, y eso revela en la situación de postración intelectual en que se encuentra el país. Lo único que puede proferir son interjecciones, las onomatopeyas del horror, ¡bum, bum! ¡bam, bam! La señora Alcorta es un producto extremo de Tarantino y, sin embargo, la consultan y es un referente y es la derecha pensante entre comillas. Yo veo con mucho temor y escalofríos cómo se está enfrentando ese asunto de la desafección juvenil respecto al sistema. Y la pregunta es: ¿Y qué quieren? Humala prometió cambiar el país. Sentí una suerte de pánico intelectual controlado cuando una chica del Movadef me dijo en un video, que estaba dirigido a mí, si acaso Túpac Amaru no fue juzgado como traidor y ajusticiado, y que 200 años después fue reivindicado. ¡Madre mía! ¡Qué razonamiento! Eso no es broma, eso es para tratarlo con mucha seriedad.

–Nuevamente cometemos errores porque no sabemos cómo llegar a la juventud, no tenemos alternativas para ellos.
–La conclusión para mí es que en el Perú se construye por enésima vez un foco violento, autodestructivo, gracias a esta política de tomar distancia de todo aquello que resulte inaceptable, de condenar todo aquello que resulte hereje y de considerar que todas las personas que están lejos del sistema son enemigos irreconciliables. Yo pienso, modestamente, que el gran enemigo del Perú es el sistema, el que no permite que el Perú sea el país que esperamos: reconciliado, relativamente convocante.

Todos han sido al final decepciones de regímenes que, pudiendo ser transformadores y constructores de una idea que pueda reunir a todos los peruanos, al final resultaron excluyentes y terminaron, como decía Ciro Alegría, disparando máuseres. Andrés Avelino Cáceres, el gran héroe de la resistencia, llega a la presidencia y defrauda a los campesinos que lo habían llevado al poder y se convierte en un aliado de la oligarquía, tan aliado absoluto que quien lo sucede es su viejo enemigo Piérola. A eso le sigue toda esta sucesión de decepciones encadenadas.

–La última decepción es esta gran transformación que nunca empezó. Y con un Ollanta Humala sujeto a las decisiones de sus ministros. Y uno dice: ¿Ollanta Humala no le puede decir a Castilla: “Oiga señor, yo quiero caminar en esta dirección”?
–No puede, porque a la exclusión y al monopolio perverso del poder se une esta especie de soberbia inaceptable de la derecha, que lo controla todo, que lo dispone de todo, que decide a través de Castilla cuánto debe recibir la educación. Al final es eso: el poder absoluto. No nos engañemos, no vivimos en democracia. Si no tenemos a Luis XVI es porque Humala no da la talla, pero podríamos generar un Luis XVI.

No le puede decir castizamente “¡oiga, carajo, qué le parece si aumenta el presupuesto en Educación!”. O exige un poco más de tributos a la gran riqueza nacional que se llena de exoneraciones y extensiones y le pasan esos millones. Castilla es el hombre del Banco Mundial, del Fondo Monetario, y de una nueva organización que es importantísima que se llama Nadine. Entonces, está atornillado.

–En cuanto a la naturaleza militar de Ollanta, podría servirle para poner cierto orden, hacer las cosas de tal manera. No digo que sea al estilo del cuartel, pero sí utilizar algunas disposiciones para que las cosas caminen distinto. ¿Eso cómo lo ves?
–Para poder dar órdenes hay que saber a dónde se va, saber qué vas a hacer. El problema de Ollanta no es que no tenga capacidad de dar órdenes, sino que no sabe qué diablos va a hacer, y es el Presidente.

He sido cachaco amateur. En el colegio militar, Armando Artola, quien era mi coronel, sabía qué quería, qué disciplina imponer, porque sabía exactamente cuáles eran sus parámetros y metas. Y el problema es que si no tienes metas, qué te va a servir un carajo, si no sabes a dónde ir.

–Por último, Alan García será descubierto en alguna de estas cosas de corrupción que lo investigan. No estoy diciendo que necesariamente estuvo vinculado a alguna de ellas, pero…
–Yo no tengo ninguna duda de que él estuvo vinculado. El problema es si le encontrarán pruebas. Nunca se sabe, nunca llegaremos a saberlo hasta no encontrarlas. Somos de la misma generación, nos llevamos meses de edad. Lo conocí pobre, mesocrático, y ahora es multimillonario. Entonces, no tengo ninguna duda, absolutamente ninguna duda de que Alan García ha cogido dinero mal habido del Estado. Ahora, cómo probarlo. Es inteligente, no deja huellas, no firma nada: compra casas en fidecomiso, las revende por tercerías, es un genio; o sea, Rififí es un bebé de teta frente a García. Imagínate un procurador que tiene con las justas cuatro empleados y una secretaria, qué va a poder seguirle la huella al señor García, si no le ha podido encontrar la huella al señor Fujimori. Hasta ahora no hay ninguna prueba sólida de que el señor Fujimori robó. Sabemos de sus ministros, de los hallazgos millonarios de sus funcionarios, pero ¿qué de Fujimori? Ni un dólar.

–¿Tú crees que van a indultar a Fujimori? Keiko salió a decir que no le ve voluntad al Presidente ni a sus procuradores ni a sus ministros, pero el indulto no es solo cuestión del Presidente…
–Keiko ha dicho: “No le veo voluntad al presidente ni a sus ministros”, pero se olvidó de mencionar a Nadine. Va a haber un canje; estoy convencido de que es una posibilidad. Y después del viaje a Brasilia, es una gran puerta, es un portón.

Sr. Humala ¡No nos defraude!


Desde que iniciamos nuestro blog ¿Estamos jodidos? hemos tenido la intención y la esperanza de un verdadero cambio para nuestro querido país. Un cambio que incluya a todos los peruanos y nos referimos a esa gran mayoría de ciudadanos de provincias y de zonas populares de Lima que no tienen acceso a los medios masivos de comunicación, a los que no consideran en las encuestas, a los que con esfuerzo salen adelante cada día trabajando duro en muchos casos solo para  alimentarse (y eso con las justas) o cubrir las necesidades básicas de sus familias. A todos esos peruanos y peruanas a las que las autoridades y los grupos de poder económico (que son los que verdaderamente dirigen el país y en la mayoría de casos corruptos) a lo largo de nuestra vida republicana han ignorado, subestimado y burlado en sus esperanzas de un futuro mejor, a todos esos niños y jóvenes que crecen esperando una oportunidad y no la encuentran, a toda la gente mayor que vive resignada al olvido y al maltrato, a todas las personas marginadas por esta sociedad que se ha vuelto indiferente al dolor ajeno y que solo valora el consumismo egoísta de cosas prescindibles como consecuencia del capitalismo salvaje que nos gobierna cada día más.

Por eso, este año durante la campaña electoral y hartos de lo mismo pusimos nuestras esperanzas en la candidatura del Sr. Ollanta Humala porque se vislumbraba como una posibilidad de cambio, de giro hacia la honestidad, de intento de hacer justicia para los peruanos y como pueblo votamos por él y lo elegimos voluntariamente porque estamos cansados y asqueados de vivir en medio de injusticias y corrupción (por eso rechazamos uno de los últimos ejemplos como el fujimorismo, ni que decir del gobierno aprista).

Hasta ahora estábamos esperanzados.

Pero cada día que pasa observamos una actitud ambivalente, dubitativa y hasta blandengue de nuestro presidente con relación a los temas importantes como es el desarrollo de nuestro país y la tan manoseada frase «inclusión social»; observamos que no hay una verdadera intención de lucha contra la corrupción enquistada en el Estado, no vemos una posición y decisión firme para con empresarios inescrupulosos que a lo largo de los años se han enriquecido a costa de nuestros recursos pisoteando y pasando por encima de los pueblos. No vemos una regulación de nuestros recursos para beneficio de todos y de nuestras futuras generaciones, en repetidas ocasiones hemos dicho que no estamos en contra de las actividades extractivas como la minería, estamos en contra de la prepotencia, del abuso, del trato bajo la mesa, lo que pedimos es una participación y regulación del Estado sobre nuestros recursos NO renovables de por lo menos el 50% para administrar de manera justa el benficio resultante.

En fin, nuestras esperanzas parecen desvanecerse al no encontrar pruebas de cumplimiento de lo que nos anunció y ofreció el Sr. Humala en su campaña. Ahora, aun con nuestras dudas, creemos que todavía está a tiempo el señor presidente de hacer algo, de rectificar esa actitud sumisa hacia los grupos de poder económico que transmite (y hasta es evidente) y sacar la cara con coraje y decisión por todos los peruanos y peruanas que somos optimistas y queremos un verdadero cambio para todo el país.

Por supuesto cada uno de nosotros tenemos también el deber de transmitir el mensaje correcto a los que aun viven adormecidos mentalmente por el consumismo y los medios, para que reaccionen y cambien de actitud porque si todos unimos esfuerzos y cambiamos un poco cada día lograremos un verdadero motor popular que haga las cosas bien, de eso se trata la democracia.

Xavi & Míriam

PD. Les transcribimos una columna de opinión escrita por el periodista César Hildebrant, la cual compartimos porque analiza con lucidez la realidad de nuestro país. Y les recomendamos retransmitirla a sus conocidos, amigos y familia.

La derrota de la inteligencia

Las decepciones son mayores cuando las esperanzas son más intensas.

A pesar de que la segunda vuelta obligaba a Ollanta Humala a la moderación y a la búsqueda de consensos, era obvio que quienes votaron por él conservaron la expectativa de que un gobierno suyo iba a traer algunos cambios cualitativos. De eso se trataba, precisamente, la pelea política y moral con Keiko Fujimori.

Esa esperanza de cambios ha terminado.

En un proceso semejante a la progeria, esa enfermedad que envejece a los niños a la velocidad del infortunio, Humala se ha resignado a gerentear el Perú.

El poder económico ha hecho con él lo que logró hacer con casi todos: ensillarlos, adobarlos, engullirlos. Al empresario salitrero Billinghurst no lo pudieron convertir en sirviente y por eso le dieron un golpe de Estado. Al general Velasco no lo pudieron asustar y por eso lo han convertido en el demonio temido al que hay que seguir aporreando desde sus medios de comunicación.

Todos los demás entraron al redil.

Humala acaba de hacerlo a paso redoblado.

La declaratoria del estado de emergencia cuando se estaba a punto de llegar a un acuerdo no sólo dejó mal parado a Salomón Lerner sino que fue un mensaje hacia el futuro: los acuerdos son peligrosos cuando uno no está dispuesto a cumplirlos, mejor es militarizar «las ciudades alzadas».

Cajamarca no es una villa levantisca. Cajamarca está harta de esa minería avariciosa que todo lo enmugra con sus ácidos, sus humos ponzoñosos, su dinástica mierda.

Cajamarca no está contra la minería que respeta y concede. Está en contra de ese antro aurífero, colonial-mente prepotente, llamado Yanacocha.

Ahora Cajamarca es una ciudad tomada «por las fuerzas del orden».

¿De qué orden?

Del orden tal como lo entiende la derecha pre Gutenberg peruana. Es decir, palo y bala si es necesario con tal de que nadie se oponga a nuestro destino de vendedores de rocas molidas. Y palo y bala para los que osen enfrentarse a 200 años de desprecio.

Humala es nuestro nuevo Zelig. Habla como Sánchez Cerro, actúa como Alan García, decide como lo hubiera hecho Luis Bedoya. Ya ni siquiera disimula, lo cual, en efecto, es un mérito. Caída la máscara del reformador, apagadas las luces del centrista, Humala marcha a paso ligero a ser el albacea del modelo que aquí impuso una banda de delincuentes cuyo cabecilla tiene una sentencia de 25 años por delitos de lesa humanidad.

Que Humala se prepare para otros Cajamarcas. Si cree que va a intimidar actuando como un matón que ordena detener durante diez horas, sin mandato judicial alguno, a dirigentes que salían de una cita en el Congreso, se equivoca.

Si cree que invirtiendo 500 millones de soles en infraestructura (mientras congela, irregularmente, las finanzas del gobierno regional) va a comprar a Cajamarca, se equivoca dos veces.

Y si cree que los aplausos de la derecha y su plebe amaestrada suponen un veredicto popular, se equivoca tres veces.

Saldrá este fin de semana una encuesta que dirá que su popularidad ha aumentado, señor Humala. No se la crea. Detrás de esas cifras está la verdad. La rabia polvorienta de los pueblos que se sienten fuera de toda inclusión política no la miden las encuestas, que a Fujimori también le sonreían.

No les crea, señor Humala, a los incondicionales que le dicen que usted ha recuperado la autoridad. Eso le decía El Comercio a Sánchez Cerro cuando mandaba bombardear Trujillo, y a Odría, cuando mandaba matar a Negreiros. La historia del Perú está plagada de ovaciones siniestras venidas desde los palcos. Los éxitos «del orden» siempre serán provisorios cuando la meta no es hacer justicia sino durar, congraciarse con los inversionistas mineros, ser plausible para los de siempre.

Era justo borrar a Conga de la cartera de proyectos mineros. No sólo porque es incompatible con la agricultura y la conservación de recursos hídricos de la zona sino porque su Estudio de Impacto Ambiental era, como lo demostró el ex viceministro José de Echa-ve, maliciosamente incompleto. Y porque, además, Conga es hija de Yanacocha, una empresa que ha hecho todo lo posible para que los cajamarquinos la odien y le teman.

Ahora usted repite a Alan García con eso de que el suelo es privado pero el subsuelo es del Estado. Es un argumento tan indigno, intelectualmente tan mísero, que debería avergonzar a quien lo esgrima.

Vayamos al absurdo: ¿Y si mañana unos exploradores chinos o canadienses descubren, en las proximidades de Machu Picchu, un millón de toneladas de oro y varios trillones de metros cúbicos de gas? ¿Nos deshacemos de la zona de amortiguamiento de Machu Picchu? ¿Ponemos en peligro esa maravilla? No, ¿verdad?

Machu Picchu, al fin y al cabo, es el testimonio de una civilización que tuvo una relación amistosa con el medio ambiente. ¿Y por qué el pasado, por más majestuoso que sea, puede resultar más respetable que los límpidos presentes de una región que vive hace siglos de producir cosas fragantes que se comen?

Para llegar al subsuelo hay que perforar los suelos, abatir las propiedades, cambiar los paisajes, matar aguas. Decirle a Cajamarca que el suelo es suyo pero el subsuelo es «nuestro», es decirle que el suelo no es suyo y que está expuesto a la voracidad minera y a la complicidad del Estado con los poderes fácticos.

Somos una república unitaria, pero no somos una dictadura unitarista. Somos un país, no un cuartel. Y usted prometió (tengo las grabaciones respectivas) aguas y lagunas conservadas para Cajamarca, un nuevo país para los que han esperado tanto, cambios y reformas en los contratos de inversión que, tomando como base el interés público, así lo requirieran.

Presidente Humala: no crea que es usted muy original. Tiene usted una ascendencia histórica abundante, aquí y en América Latina.

Y a usted, que ahora profesa tan auténtica amistad por Chile, le contaré brevemente la historia de Gabriel González Videla, un probable clon suyo que gobernó a nuestro amable vecino del sur.

González Videla llegó al poder en Chile en 1946. Logró eso porque contó con el apoyo de un frente popular que incluía al poderoso Partido Comunista de Chile. Y obtuvo el respaldo de ese frente, que incluía al Partido Radical, porque prometió un Chile nuevo y más justo.

Pues bien, la presión de los conservadores, las amenazas de Washington (un diálogo con Truman fue decisivo), la falsedad o endeblez de sus convicciones empujaron a González Videla a reprimir salvajemente las huelgas de mineros que reclamaban mejores salarios y a quienes él, precisamente, había prometido nuevas perspectivas y trato más digno. De inmediato, dictó la famosa Ley de Defensa Permanente de la Democracia, declaró al Partido Comunista ilegal, censuró las publicaciones de izquierda y convocó a conservadores y liberales a integrar un gabinete que se llamó «de concentración nacional». Pablo Neruda, que en ese entonces era senador por el Partido Comunista, fue perseguido, vivió durante meses en la clandestinidad y, al final, penosamente, por tierra, pudo salir en secreto de Chile.

En su Canto General, Neruda escribió estas líneas bajo el título «González Videla»:
«…En Chile no preguntan, los puños hacia el viento, los ojos en las minas se dirigen a un punto, a un vicioso traidor que con ellos lloraba, cuando pidió sus votos para trepar al trono… A mi pueblo arrancó su esperanza, sonriendo, la vendió en las tinieblas a su mejor postor, y en vez de casas frescas y libertad lo hirieron, lo apalearon en la garganta de la mina, le dictaron salario detrás de una cureña, mientras una tertulia gobernaba bailando con dientes afilados de caimanes nocturnos».

En el Perú no tenemos, fatalmente, a un Neruda. Pero quizá hemos empezado a tener a un González Videla.

Alguien que pierde los ideales, un gobierno que abandona su esencia, un horizonte de bala y pragmatismo, la política hecha medición de PBI y aplauso de las agencias de calificación de riesgo, ¿qué son, qué galaxia de sentido forman? El fenómeno tiene un nombre: es la derrota de la inteligencia y el triunfo de la administración.