Lapa derechista peruana


luis garcia miro

 

Repugna leer a ese Luis García Miro en el diario Expreso las necesades en sus comentarios contra las ideas y algunos países extranjeros gobernados según él por la izquierda y no por el trasfondo fascisto-capitalista como nos sucede aquí en Perú donde mucho hablar de bienes, libertades y comfort social la verdad es que da pena pues solo tenemos que darnos un paseo para ver la situación real del país.

En cuanto a la fobia que expresa sobre nuestra alcaldesa, este ejemplar, no reconoce que a pesar de tener algunos problemas como es habitual en todo ser humano es lo mejor que ha habido en Lima, eso sí con todo su desprecio hacia ella y aparentando que no se preocupa por la inseguridad deja de lado que el problema real es de estado y municipios donde la mayoría están gobernados por los ultraderechistas poniéndole trabas a toda idea de renovación.

En cuanto al derrumbe de unas obras se sobreentiende que ella no las construye directamente con la paleta en la mano sino que es una empresa constructora con todos sus doctorados (léase ingenieros, arquitectos, etc.) quienes son los auténticos responsables, pues es una solemne hipocresía cargarle el muerto a quien lo encarga.

La verdad, se ha de ser muy vil para defender sus fariseas inversiones en Cajamarca cuando toda una comarca tembló ante la dichosa implantación minera importándole un solemne pepino, por no decir algo peor, al representar la muerte colectiva de la población.

En cuanto a los países que cita, incomprensiblemente se calla o no recuerda que China es comunista declarada oficialmente así como otros países y la verdad parece ser que no le va nada mal al Perú negociar con ella.

Finalmente, debería de darse una vuelta por los países que cita, hablar con sus habitantes de a pie donde podrá observar el aumento en el grado de felicidad y bienestar general después de apartarse del fascismo-colonial ultrajante que con tantos años mantuvo el poder.

Se ha de ser muy vil y antidemócrata para no tener en cuenta las decisiones de los pueblos en una democracia e incompresible expresarse con ideas tan retorcidas como este elemento lo está haciendo a diario.

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Xavi & Míriam
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Cinismo periodístico


Hasta donde se puede llegar para intentar comprender a individuos como ese Andrés A. Escalante del diario Expreso publicado el 7.7.2012 y titulado «Lacontaminación no es el problema» permitiéndose el lujo de achacar el problema contaminante a los consumidores «pues ellos son los que deberían pagar para poder seguir consumiendo».

Bueno esto ya pasa de castaño a oscuro, se pueden leer escritos absurdos, chistes baratos, etc., pero no imbecilidades a cual tamaño que rayan la línea entre la vida y la muerte o mejor dicho el terrorismo ambiental, con unas fascisto-ideas a cual más indecente.

¡Por favor!, seamos un poco más sensatos y procuremos evitar que individuos como esos petendan lavar el cerebro a la ciudadanía con sus falsos escritos y que indudablemente están a favor de intereses ocultos importándoles un solemne pepino las consecuencias que con ello pueden acarrear, ya que como de sobras es reconocido y no aquí sino a nivel mundial que quien contamina «pague» y en el caso de que no lo haga, la justicia adopte medidas inmediatas; no pretendamos darle la vuelta al tema con tanta insensatez.

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Xavi & Míriam
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Culto a la muerte


Hoy queridos lectores, os ofrecemos un artículo de opinión del periodista César Hildebrandt. Lo compartimos con vosotros porque creemos que es de interés nacional.

Xavi & Míriam

 

Culto a la muerte

Por César Hildebrandt.

Vamos camino a Texas. La gente celebra que a los delincuentes los maten de modo preventivo, en la calle y con pistola de uso personal. Es decir, estamos hablando de la privatización de la pena de muerte, la modificación ciudadana y, a pólvora limpia, de la Constitución. Nos faltan John Wayne y Charlton Heston, pero tenemos al coronel PNP ( r ) Elidio Espinosa Quispe, celebrado en Trujillo como un héroe a pesar de que con él proliferan botadores de cadáveres y que durante su gestión de sheriff pata al suelo hubo varios tibios que salieron fríos de las comisarías y otros tantos perforados de dudosa procedencia.

Pero mi país es así: ama la muerte, Somos mexicanos en eso y deberíamos tener nuestro propio José Guadalupe, ese genio mortuorio. Nosotros hacemos calaveras pero no las pintamos y eso es una grave omisión.

Así que en vez de pedirle al Estado que limpie a la podrida policía que nos amenaza, los oyentes de las radios están dispuestos a que la seguridad de las ciudades esté en manos de paisanos de buenos reflejos y puntería adiestrada. En el Perú, cada cierto tiempo, la barbarie da un golpe al Estado y se apodera del discurso popular.

De allí viene la idea de que estuvo bien matar a los sobrevivientes del MRTA que tomaron la embajada japonesa, que fue bueno para el país lo que García o Fujimori permitieron hacer en las aldeas del horror y las fosas comunes. De allí la idea de que la democracia es un obstáculo, el Congreso un detalle, la paz sólo una opción. Y el cholerío, una deuda que no hay por qué pagar.

Tenemos dentro de nosotros a un virrey pugnando por salir y un inca matachancas nos habla desde la sangre que nos recorre. Por eso el peruano se complace en le autoritarismo. Venimos de teocracias brutales, conquistas genocidas, virreinatos que usaban el garrote vil. Eso es lo nuestro.

Y lo más curioso es que esa vocación por el atajo extralegal y la sangre (ajena) derramada viene junto a nuestro cantito agudo, nuestros diminutivos, la levedad de nuestros pareceres. Hay una hipocresía nacional que merecería una patente. Basta ver a Mónica Delta negándole a representante del Movadef el derecho a hablar para entender que en el Perú la democracia es una palabra y la amnesia una solución. ¿Mónica Delta encarnando los valores de la libertad? Es para llorar de risa.

Festejar la pena de muerte en manos privadas, no ayuda a derrotar a la delincuencia: incrementará su virulencia. Habrá forajidos que ahora preferían robarles a los cadáveres.

Y tendremos el país turbulento que siempre hemos querido y creo que nos merecemos: el país en el que la mentira es fundamento de la política y donde la mayor parte de las buenas reputaciones vienen del mito y la falsedad genérica.

La violencia mayor no está en las calles. Eso es lo que nos quieren hacer creer los dueños de la gran prensa y de toda la televisión. La verdadera violencia está en la desigualdad creciente y las promesas electorales que se tiraron a la basura. La defensa propia esgrimida por Cajamarca, por ejemplo, debería ser calificada con los mismos parámetros por quienes alientan que la justicia callejera se lleve a cabo sin intervención de jueces ni fiscales.

El gobierno de Humala sostiene que le pragmatismo lo dirige. Eso significa que va a la deriva. Porque apelar al pragmatismo es el modo sibilino de decir que los principios se han abandonado. Tener éxito repitiendo lo que hicieron los antecesores, a quienes se censuró tan lúcida como severamente cuando había que distanciarse de ellos por cálculo electoral, es violencia en estado químicamente puro.

Y ahora vienen los tiroteos que se celebran y los asesinatos profilácticos. Volvemos a ser país de turbas.