Actualmente, en pleno siglo XXI y en donde el discurso de todo tipo de colectivos (políticos, religiosos, intelectuales…) es la ‘globalización y la igualdad’, observamos a diario la discriminación por género o sexo.
Seguimos aferrándonos a ideas clichés machistas o feministas como: solo las niñas juegan con muñecas, el cabello largo es símbolo de femineidad, los hombres no lloran, etc.
Y ni que decir de los homosexuales, gays y lesbianas que sufren a diario la mirada y actitud de rechazo o marginación por ser como son: auténticos.
Desde pequeños tenemos señales de apertura y tolerancia hacia las personas como en el dibujo animado japonés La Rosa de Versalles, asumiéndolas como son: normales.
Entonces, por qué ahora cuando somos adultos (y se supone más inteligentes) ¿nos comportamos como unos ignorantes?