Intolerancias entre unos y otros


Muchos somos y gustos hay para todos pero no nos damos cuenta que nos pisamos con el intolerante de turno y a ellos va dirigido el siguiente comentario:

Hay quien fuma, bebe, come, eructa, ora, predica, grita, folla, escupe, tose, etc. etc…, y poco a poco vamos prohibiendo, de una forma casi con un fanatismo exacerbado, a todo lo que nos molesta pero aún no hemos llegado al punto que también para la visión produce desagradables efectos como puede ser la gordura, demasia delgadez, ser feo, ser bajo, ser alto, etc. etc…, luego entonces nos preguntamos si todos estos modernos defensores con su estupidez intolerante llegarán tambien a poner coto o mejor dicho «castigar» todo lo que a ellos les incomode junto con los políticos de turno como sería el caso de obligar a llevar escafandra para salir a la calle y no contaminar o en su defecto empezar a tomar conciencia en algo tan simple como es el respeto y la tolerancia para todos, pues cuando a uno le molesta algo debe de apartarse pero no llegar a prohibir cargándose los derechos colectivos con un único objeto el cual se reduce a su comodidad.

En realidad nos preguntamos si esto no conllevará nuevamente a un final como el que ya se vivió en el siglo pasado como era la depuración de las razas, creencias o religiones pues el respeto democrático y social empieza con la tolerancia y no con leyes absurdas que en el transcurso del tiempo acaban en la basura, al igual que los políticos que con tanta ansia de poder pretenden tener la razón absoluta.

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Xavi & Míriam
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La realidad que no queremos ver


lo que no queremos ver
Hay momentos en la vida en los que no vemos más allá de lo que queremos manteniéndonos en una situación de comodidad al no confrontar ideas u opiniones acerca de los problemas reales del mundo en que vivimos simplemente porque no nos gusta. Es más fácil vivir auto engañado creyendo que todo va bien aunque sepamos en el fondo que no es así.
El sufrimiento ajeno nos es indiferente, y lo peor, el sufrimiento propio también volviéndonos casi insensibles y autómatas perdiendo tanto la capacidad de indignación como la de asombro convirtiéndonos en seres cada vez más indiferentes.
Las crisis humanitarias como las guerras civiles motivadas por el control de recursos naturales y tierras en África, los refugiados de Somalia, los desplazados por la guerrilla en Colombia, los crímenes a diario en México, las víctimas de tráfico ilegal de personas en las fronteras y entradas a EEUU o países de Europa, la discriminación y violencia contra las mujeres, la violencia e inseguridad de miles de personas en Afganistán, Pakistán, la carencia de servicios básicos y acceso a la educación en Bangladesh, los desplazados de Serbia, Bosnia y Herzegovina producto de los conflictos de la década del 90, las víctimas de la violencia sexual y de género en el mundo, el trabajo infantil en países de América Latina, los desplazados y refugiados saharauis por el conflicto del Sáhara Occidental, los campos de refugiados palestinos que albergan a varias generaciones de ciudadanos sin derecho a tener patria, entre muchos otros conflictos, deben hacernos reflexionar sobre nosotros mismos y nuestra actitud frente a la vida.
Sabemos que no podemos resolver estos problemas pero eso no es excusa para no hablar de ellos, para no alzar la voz de protesta y actuar de ser necesario. Y podemos empezar dejándonos de prejuicios, teniendo un poco de apertura mental para ser más tolerantes con quien nos rodea y sobretodo para ser sinceros con nosotros mismos, no dejándonos manipular y actuar siempre por convicción.
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Xavi & Míriam
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